¡QUEMADOS!

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Por José Carlos Blanco, Jefe de Prensa de COAG Castilla y León.

EL BOSQUE ARDE ANTE LA INDIFERENCIA DE LOS RESPONSABLES POLÍTICOS.

En España hay 11.000 incendios cada año. Los políticos van a visitarlos cada verano con los mismos mensajes, las mismas excusas y los mismos pantalones vaqueros para fotografiarse junto a la tierra calcinada. Pero ni una nueva solución. El próximo año volverá a haber incendios que reproducirán milimétricamente los errores que se cometieron este año. Con estas premisas, ¿cabe hablar de ineficacia de los responsables o directamente de maldad? Quizás ha llegado la hora de preguntarse si los culpables no somos nosotros por darle pábulo a esta especie.
Mientras las autoridades se empeñan en traernos el desierto se queman los bosques, las esperanzas, la memoria, la ilusión, la vida de los pueblos. ¡Quemados! Ese es nuestro triste estado.

 

 

Cada presidente autonómico en sus incendios regionales y Pedro Sánchez en los de todos. Llega el verano y con él, la hoguera de las autoridades. Jamás el bosque se pareció tanto a un parlamento. La zona cero de los incendios, es la zona cero del debate político. Los políticos brotan en el bosque en la misma proporción en la que arden los árboles, sin reparar en que éstos son los verdaderamente necesarios.

Pero toda esta verbena administrativa no sirve de nada. Volverán los incendios el próximo verano y volverán los políticos a sacar sus vaqueros del fondo del armario y las camisas de manga larga remangadas, para posar delante del bosque calcinado. (Los bomberos, sin embargo, se tendrán que conformar con EPIs ignífugos de segunda mano y casco de obrero).
Volverá la rabia estéril de los lugareños afectados (arde el campo, no arden las ciudades) para volver a caducar en septiembre. Como cada año. Volverán las manifestaciones, las peticiones de dimisión; quizás alguna demanda judicial contra los responsables y el otoño será una vez más el monte del olvido.
Y así, hasta el desierto.

Luego todo se diluye como el polvo que levantan los coches de las comitivas de autoridades, de regreso a la ciudad por los caminos llenos de ceniza. Los políticos llegan al puesto de mando o a la zona cero del incendio, y allí ponen el gesto grave que han venido ensayando en el espejo retrovisor del Audi oficial.
Al grupo de periodistas que cubre su visita al incendio, muchas veces les dicen: “no hay declaraciones”, pero jamás le dicen: “no hay fotos”. Eso sería ser serio. No es su rollo. No han venido a eso.

Hasta que, a los habitantes de la zona abrasada, a veces, se le hincha en el cuello la vena yugular, y entonces los audaces políticos, tienen que salir corriendo.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco llegó a la aldea zamorana de Villanueva del Valrojo el pasado 20 de junio. Acudió rodeado de una comitiva de más de media docena de vehículos oficiales a visitar la progresión del incendio en la sierra de la Culebra. Eligió el peor momento. Cuando la indignación campaba en su máximo esplendor, el séquito de Mañueco hizo aparición entre los vecinos que al reparar en la figura del mandatario castellano y leonés y de los altos cargos que lo acompañaban, comenzaron a increparles. “¡Ahí va! ¡Ahí va!”. “Cabrones, que nos habéis dejado sin reservas”. La caravana no se atrevió a detener los vehículos. Allí quedaron los vecinos a solas con su rabia.
En Otero de Bodas, (Zamora), el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió 2 millones de euros para reparar los destrozos del incendio de la sierra de la Culebra. Dijo: “lo vamos a arreglar”. Un vecino contestó. “¡Tú que vas a arreglar!”.

UN AÑO MÁS
Según el MITECO, en España hay 11.000 incendios cada año. La media del decenio 10/19, fue de 11.684. En 2020, último año estudiado globalmente, cayeron a 8.068, un 30 por ciento menos. En 2022 van 4.800 entre incendios y conatos.
Cada vez hay menos fuegos, pero son más grandes. Los expertos dicen que es porque hay más planes de extinción que de prevención. O sea, porque no se atiende a lo más importante: la gestión previa del territorio. Pero la gestión deberá ser también humana porque a mayor despoblación mayores incendios.
Colofón: el abandono político de los bosques lo es de la vida misma, del ser humano. La desidia que muestran los políticos con el bosque es el epítome de la desidia que muestran con el ser humano. Retraer de los fondos públicos partidas destinadas a preservar el monte, es una manera de matar. Tanto a los bosques como al ser humano.
La España que se vacía es la España que se quema.

Cada año se demuestra que los bosques madrileños, infestados de turistas los fines de semana, son los más limpios de toda España. Donde hay vida, hay vida. Donde hay muerte, hay muerte.
Varios estudios sociológicos demuestran esta premisa: “Está completamente demostrado que los políticos ya no sirven para desempeñar la función para la que fueron elegidos”.
Pero sería una trampa achacar este fenómeno a la ineficacia. Los políticos tienen buen cociente intelectual y manejan presupuestos suficientes para contratar a los mejores técnicos. Pero priorizan en función de intereses personales a la hora de colocar las partidas en los diferentes epígrafes.
Cuando alguien decide retraer fondos de las partidas destinadas a gestionar el bosque para evitar incendios, no cabe hablar de ineficacia, sino de maldad.
Según Vozpopuli, Galicia, cuya superficie es un tercio de la de Castilla y León, triplica en presupuesto a nuestra región en la lucha contra el fuego. La región atlántica destina a esta partida 180 millones de euros, por los 66 que destina nuestra comunidad. Galicia también duplica los fondos de Castilla-La Mancha, para esta materia, y sextuplica los de Extremadura, aunque la superficie forestal de esta región es una de las más afectadas por el fuego (33 millones de euros).

El MITECO solo destina a la lucha contra el fuego 85 millones de euros. Pero este ministerio dejó sin gastar el año pasado 995 millones de euros por no haberlos gestionado correctamente, explica The Objetive. Teresa Ribera, su titular, ha explicado varias veces que los incendios forestales son uno de los efectos más dramáticos del calentamiento global.
Termina Vozpopuli: “el Gobierno gasta más dinero en asesores y altos cargos que en su propia campaña estatal contra incendios forestales de 2022”.

NAVALACRUZ
En la gestión del incendio de Navalacruz (Ávila), zona que quedará arrasada durante los próximos 50 años y cuyo cataclismo costará entre 30 y 50 millones de euros, se actuó tarde. Un informe del SEPRONA concluye que, si se hubiera actuado antes, (por ejemplo, si el helicóptero no hubiera tardado un cuarto de hora en llegar) “el incendio no hubiera llegado a producirse o su dimensión hubiera sido mínima”, informa El Español.
Mónica Parrilla, de Greenpeace y Cristina Montiel, catedrática de la Universidad Complutense, narran a El País que la despoblación de la España rural crea un fenómeno denominado matorralización del terreno, que este fenómeno es un escenario perfecto para el fuego y que este hecho se produjo en el aludido incendio de Ávila. Pues bien, ¿tomaron nota las autoridades para actuar este año con celeridad?
Esta es la respuesta: El día 15 de junio, la zamorana sierra de la Culebra devino en infierno. Ya hacía cuatro años que la consejería competente, Medio Ambiente, había recortado el operativo de actuación contra incendios; el operativo solo está al cien por cien a partir del 1 de julio, a pesar de que el riesgo de incendio es extremo; no se activa el protocolo correspondiente a nivel alto de incendios; faltan medios para la extinción; hay una ley de montes obsoleta; no se limpia el combustible de biomasa que se acumula en el bosque; no se desarrolla la actividad ganadera en extensivo para limpiar la sierra; se obliga a evacuar a toda la población cuando mucha gente podría haber ayudado en la extinción.
No hablamos de un error, hablamos de una cadena. Los expertos señalan a José Ángel Arranz, director general del Patrimonio Natural, como responsable. Y Juan Carlos Suárez Quiñones, titular de Medio Ambiente, será investigado por la Fiscalía tras denuncia de CC OO, por su actuación en el incendio.

Además, gracias al cambio climático, nuestros representantes pueden escudarse en su efecto demoledor sobre el bosque para soltar lastre de sus responsabilidades.
En este sentido, veamos otro ejemplo de difícil concepción intelectual: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva todo el verano visitando incendios en los que propina frases de este tenor: “no podemos desviarnos de nuestro compromiso con la mitigación y la adaptación al cambio climático”; “la emergencia climática” ha de ser “política de Estado”. O “el cambio climático mata”.

El día 19 de julio, el presidente del Gobierno visita el incendio de El Barco do Valdeorras (Ourense). Toma un helicóptero Super Puma del 402 Escuadrón del Ejército del Aire en la Moncloa, que lo deja en la base aérea de Torrejón de Ardoz. Allí sube a un Falcon 900, del 45 Grupo del Ejército del Aire, informa Vozpopuli. En esta aeronave viaja hasta León. Paralelamente, otro helicóptero Super Puma vuela en vacío desde Madrid hasta León para que una vez aterrice el Falcon, el presidente sea transportado en él a la villa de Alixo, en Ourense. Allí, Sánchez recorre esta calcinada parroquia de El Barco de Valdeorras. Y regresa a León en Súper Puma, a Madrid en Falcon y a la Moncloa otra vez en Super Puma.