¿Hay una buena gestión del agua en nuestro país? Parece evidente que no. Teniendo en cuenta las precipitaciones anuales en toda España y las aportaciones del régimen natural de los principales ríos del país, podemos comprobar que somos un territorio con unas disponibilidades de agua que, en su conjunto, alcanzan unos 340.000 hectómetros cúbicos.
De toda esta cantidad, los ríos recogen en sus cauces unos 110.000 Hm3; el resto se infiltra, se evapora o es absorbido por las plantas. Las infiltraciones nutren a los acuíferos subterráneos, que se estima que almacenan más de 300.000 Hm3. Además de estas cantidades de agua, hemos que tener en cuenta la capacidad de almacenaje que tenemos. España es el primer país de Europa en embalses y el quinto del mundo, con una capacidad total de 56.000 Hm3. Más de mil pantanos que se encuentran, en estas fechas, alrededor del 60 por ciento de su capacidad, siendo las cuencas del Norte las que superan el 78 por ciento, como, por ejemplo, la del Duero. Pero pocas veces se llenan al cien por cien; por lo tanto no es cuestión de construir más embalses para solucionar el problema del agua.
El cambio climático provoca que tengamos lluvias, a veces torrenciales, cuando no se necesitan y donde no se necesitan. También olas de calor, con altas temperaturas que elevan la evaporación y provocan pérdidas en la agricultura. Por otra parte, de los embalses existentes, buena parte de ellos se utilizan para la producción de energía eléctrica. Algo que no es tan necesario actualmente ya que tenemos una enorme capacidad de producción energética de fuentes renovables, eólica y solar, que no existían hace 70 años, cuando se construyeron la mayoría de las presas.
Convendría por lo tanto, ahora que van a caducar las concesiones de explotación de los embalses, cambiar el aprovechamiento de éstos, dándoles una utilidad mixta para producir energía y también para abastecimiento humano y uso agrario. Nuestro río Duero y sus afluentes aportan unos 13.000 Hm3 de caudal. La capacidad total del agua en los embalses gestionados por la Confederación Hidrográfica del Duero es de 2.854 Hm3. Si a fecha de hoy tenemos unas reservas en torno al 80 por ciento, 2.300 Hm3 aproximadamente, no deberíamos tener problema alguno de escasez de agua, ni para abastecimiento humano ni para riegos.
La cuestión está en almacenar ese agua que durante el otoño e invierno, cuando el Duero a su paso por Zamora capital lleva caudales de entre 500 y 1.000 metros cúbicos por segundo, y todo ese caudal pasa a los embalses de Zamora y Salamanca que se dedican a la producción de energía. Como tenemos que cumplir con el Tratado de Albufeira, por el que el río Duero debe aportar un volumen anual mínimo de 3.800 Hm3, está claro que estamos aportando en exceso agua a Portugal, y esto es fruto de una mala gestión y también de no haber realizado más regulaciones de nuestros ríos.
Planifiquemos balsas a lo largo de los sistemas llenándolas en los momentos altos de caudal -invierno- y así garantizar el agua para todos los sistemas de la cuenca. En definitiva, una política hidráulica bien planificada para estar preparados para el cambio climático. Cualquier país en nuestras circunstancias tomaría estas decisiones para garantizar una soberanía alimentaria, que es igual o más necesaria que la soberanía energética.
Las 500.000 hectáreas de regadío que tenemos en Castilla y León son imprescindibles para la subsistencia de muchas explotaciones. Pero me temo que el Ministerio de Transición Ecológica no está pensando en esto. Al contrario, cruza los brazos y deja que el cambio climático nos lleve por delante sin hacer nada.