Según los datos recabados por COAG, si los precios continuaran como están, aunque todo parece indicar que seguirán subiendo, Castilla y León tendría que poner 350 millones de euros más para comprar la misma cantidad de abonos que compró en 2020 debido al disparatado coste del gas, la electricidad y el petróleo.
Las tiendas de alimentación comenzarán a reflejar las subidas en breve con la nitidez de un espejo, se temen los analistas. De hecho, las mediciones de la ONU indican que los alimentos ya están a punto de alcanzar el precio más alto de la década y que la crisis de los fertilizantes los va a disparar.
Valladolid, 23 de septiembre de 2021. .-Los efectos perversos de la escalada de precios de la energía solamente han asomado la patita. Lo realmente pernicioso llegará en los próximos meses. Igual que la lava del volcán de La Palma, se irá extendiendo a todos los mercados. De momento ha llegado al de los fertilizantes, que como todo el mundo sabe, son la vitamina que convierte en el campo, la semilla en cosecha.
Tan crucial es su labor en la producción de los alimentos, que en el Reino Unido, el país al que más está azotando la crisis de precios del gas, la luz y el petróleo, (se están cerrando fábricas de abonos), que ha agravado los problemas del Brexit, ya comienza a pronunciarse la frase más temida por los gobiernos: “desabastecimiento de alimentos”.
En Castilla y León, los fertilizantes suponen casi la mitad del gasto que afrontan los agricultores y ganaderos en insumos, concretamente el 44 por ciento, frente a semillas, fitosanitarios y energía que completan el resto. Cada año, los campesinos de nuestra región compran fertilizantes y enmiendas por valor de 421 millones de euros, cantidad media anual de los últimos 10 años, según datos de las cuentas económicas en agricultura de la Junta de Castilla y León. Pero este año, si los precios continúan elevándose con esta desmesura, los agricultores y ganaderos podría ser que tuvieran que preparar otra cantidad similar de euros (unos 350 millones) para comprar la misma cantidad de fertilizantes que en años anteriores, esto es, aproximadamente 1,1 millones de toneladas.
Según los datos recabados por COAG, el precio de algunos abonos, por ejemplo, el del osfato diamónico, se han incrementado casi un 100 por 100 este año con respecto al anterior y el ascenso todavía no se ha detenido. En otros casos como el del cloruro potásico o el del complejo 15-15-15, los precios trepan un 85 por ciento el primer caso, y casi un 70 en el segundo. En el caso de los abonos nitrogenados, que se utilizan en cobertera, la subida supera el 60 %.
Pero el incremento del precio del gas, de la electricidad y del petróleo, y su impacto en los fertilizantes solo es la punta del iceberg del cúmulo de razones que han disparado su cotización. Hay otro arsenal de motivos: efectos de la globalización. Por ejemplo, el crecimiento a escala mundial de la demanda de nutrientes agrarios, que lleva subiendo irremisiblemente desde 2011 a razón de más de un 1 por ciento anual, y por ende y en paralelo, el aumento de fletes marítimos, y su encarecimiento, que este año se ha disparado por las tormentas en el golfo norteamericano, donde se ha impedido la entrada y salida de productos que afectaron sin matices al mayor complejo de nitrógeno del mundo, propiedad de la americana CF Industries. Se adhiere a lo anterior el bloqueo que Estados Unidos y Europa imponen a Belaruskali OAO, principal firma estatal de Bielorrusia e importante productor de potasa, por la detención del periodista Roman Protesevich en un vuelo de Ryanair.
Noqueadas las producciones norteamericanas y rusa, a la industria europea le da por ponerse a especular, porque se ha quedado en posición dominante. Un dato lo avala: los compromisos de compra fuera de temporada son este año del 10 por ciento cuando un año normal, por estas fechas eran del 60 por ciento. Resultado: precios desorbitados y escasez del producto, o sea, la tormenta perfecta. Item más: el gobierno chino recorta la producción de fertilizantes (informa Bloomberg) en la provincia de Yunnan para frenar el consumo de energía.
El debate ahora se centra en conocer qué harán los agricultores y los ganaderos ante este nuevo escenario. La primera medida será provisionar más fondos para lograr la misma producción, a la espera de que los precios percibidos por los cultivos puedan subir y compensar así el incremento. Otra solución que se baraja es refugiarse en cultivos que requieran menos nutrientes. Un analista de Green Markets firma de estudios agrarios, sostiene que “a medida que los precios de los fertilizantes sigan subiendo, los agricultores reducirán las tasas de aplicación, recortarán por completo los fertilizantes con la esperanza de que los precios sean más bajos en el futuro, o recortarán otros productos agrícolas para dar cuenta del mayor gasto previsto”.
En Castilla y León, ahora mismo, muchos agricultores se están planteando reducir la cantidad de abono o incluso no abonar en la sementera que se desarrolla en estos días. Lógicamente las producciones se resentirán en gran medida, pero por lo menos, piensan, no tendrán que costear, a priori, toda la ingente inversión que requieren los nutrientes agrarios.
De momento, debido a todo este temporal, 4 plantas productoras, norteamericanas y europeas han anunciado el cierre o el recorte de plantilla por el alto precio del gas. La norteamericana CF Industries, con sede en Illinois, ha cerrado dos plantas en Inglaterra aduciendo el elevado precio del gas natural. Asimismo, la firma Yara, que también opera en España, ha anunciado un recorte del 40 por ciento de su platilla, señala Blooomberg citada por El Economista. Por si fuera poco, los agricultores ya pagan más que otros años por las semillas, por supuesto, por la energía, por la mano de obra, por el transporte (gasóleo) y por la adquisición de equipos.
El siguiente paso será ver cómo reflejan los lineales de las tiendas de alimentación todo este piroclasto. Los analistas se temen que los lineales reflejarán las subidas de los insumos agrarios con la nitidez de un espejo. Las mediciones de la ONU ya calculan que los alimentos están a punto de alcanzar el precio más alto de la década y que la subida del coste de los fertilizantes lo agravará inexorablemente.