Llevamos varias semanas con la polémica, tanto en los medios de comunicación como entre los consumidores, sobre la fuerte subida de los precios de los alimentos.
Los gobiernos europeos preocupados y, por supuesto, nuestros representantes políticos también deberían estarlo. Y siendo conscientes de que las cosas no pasan porque sí, nuestros representantes, tanto aquí como en la UE, deberían hacérselo mirar. No son capaces de asumir responsabilidades por la pérdida de soberanía alimentaria en toda la UE como consecuencia de las erróneas políticas que han venido aplicando estos 20 últimos años.
De nada sirvió nuestra protesta ante las sucesivas reformas de la PAC que han desmantelado miles de explotaciones agrarias y ganaderas de la UE. Recuerdo, muy breve, las OCM del azúcar y de la leche. Azucareras y remolacheros al cierre en 2008, y ganaderos de vacuno de leche a la ruina y al cierre en 2015, al desaparecer las cuotas lácteas. Los acuerdos comerciales de la UE nos decían que solucionarían el problema alimentario en Europa. Lo que aquí no se produzca, se trae de fuera. Y si de fuera viene más barato y hunde los precios de nuestros productos, pues a competir. Que este es un mundo global. Y digo todo esto porque, en parte, aquí están las causas de la subida de los alimentos.
Ahora, con una oferta escasa y con una demanda creciente, y si además el clima no acompaña, las producciones agrícolas se reducen. Pero también los altísimos costes de producción están haciendo su efecto. Por lo tanto, en este escenario será muy difícil que el precio de los alimentos baje. Por muchas ocurrencias de cestas de alimentos básicos que se ofrezcan. En Francia o en España. Bueno, bonito y barato no existe.
Porque todo este tiempo atrás, e incluso ahora, esta fiesta la estamos pagando los productores, el sector más débil de la cadena, ya que industria y distribución con su posición de dominio han acabado con miles de productores. Luego me dirán si no hay razones para decir que las cosas no pasan porque sí.
Pues bien, si le damos un repaso a las prioridades legislativas que la UE aprobó en diciembre pasado, solo nos queda reflexionar que no han aprendido nada. Son prioridades para el primer semestre del 2023 (presidencia sueca) y para el segundo semestre (presidencia española) en las que se quiere dar carpetazo y firmar todos los acuerdos comerciales que se paralizaron por la pandemia: apostar por un mercado global donde prime la competitividad y reforzar o impulsar los acuerdos de libre comercio, crear más mercado. Acuerdos Indo-Pacífico y en América Latina incluidos, Australia, Chile, Indonesia, Mercosur, México y Nueva Zelanda. ¡Casi nada lo que se nos viene encima! Después nos lamentaremos. ¿Y quiénes serán los responsables de lo que estos acuerdos provoquen?