COAG alerta de que el sector del vino presenta síntomas de agotamiento irreversible y reclama medidas de todos los organismos implicados para salvarlo

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Ya hay bodegas que no solo han dejado de comprar uva al agricultor, sino que venden su propia uva como único modo de obtener ingresos

El consumidor de vino tinto es mayor de cincuenta años, y no hay relevo. Cuando este deje de beber vino, y no tardará en hacerlo porque todos los organismos médicos están empeñados en convencerlo, será el fin del sector, según los expertos

La socorrida exportación, tras caídas del consumo mundial de un 3,3 por ciento en el último año y de un 6 y un 4 por ciento en los principales mercados como Estados Unidos o Francia, está dejando de ser una opción

 

Valladolid, 15 de septiembre de 2025

Mientras los viticultores de la Denominación de Origen Rueda se concentran frente a la sede del organismo para reclamar compensaciones por la plaga de mildiu que han sufrido, los viticultores de Ribera del Duero, aunque también han sufrido mildiu en menor medida, dicen que no hay mal que por bien no venga: gracias al hongo este año y a las heladas el pasado, ha habido una regulación natural de las altas producciones que hubieran desmoronado los precios de la uva. Y añaden: cuando venga un año bueno climático será un año malo económico.

Rueda comercializa vino blanco, Ribera del Duero, vino tinto. La crisis del consumo que aterroriza a los vitivinicultores, o sea, a los productores de uva y a los bodegueros, se ceba más con el vino tinto que con el vino blanco; pero, según los expertos, unos y otros sufrirán una sacudida económica brutal si no repunta el consumo, y nada hace prever que así sea. Todo lo contrario, la curva desciende cada año hasta caer en 2024 a los niveles de consumo mundiales que existían hace 64 años, según datos de la Organización Internacional del Vino.

Todo ello provoca en el sector unos extraños movimientos que jamás se habían ni siquiera imaginado. Por ejemplo, fuentes del sector bodeguero han comunicado a COAG la existencia de al menos dos bodegas de Toro, que no solo no han comprado uva a los agricultores, sino que están vendiendo su propia uva como una forma de obtener ingresos dado que la crisis provocada por la caída del consumo no alivia el estocaje que almacenan en sus instalaciones.

En Ribera del Duero, por su parte, varias bodegas también han mostrado restricciones a la hora de comprar la uva a los viticultores ante la previsión de afrontar un año que se caracteriza por las incertidumbres en el mercado exterior y por la atonía en el interior.

En La Rioja, las Uniones de COAG que operan en la denominación, UAGR (La Rioja), UAGA (Álava) y EHNE (Navarra), denuncian que los agricultores llevan cinco campañas cobrando la uva por debajo de los costes de producción, que las bodegas abusan de su posición de dominio y que incumplen la Ley de la Cadena Alimentaria.

En Galicia los agricultores se quejan de que la falta de demanda está provocando un desplome de precios que amenaza la viabilidad de cientos de explotaciones familiares. Más de 350 viticultores se quedaron sin vender uva en la pasada campaña y todo apunta a que este año el problema se repetirá.

Previendo estos escenarios, los afectados piden arranques subvencionados de vides, suspensión de nuevas plantaciones o vendimia en verde. Y el problema no es solo nacional; ocurre en otros países productores. En Burdeos, zona señera del vino a escala mundial, ya se ha puesto en marcha un programa para descepar al menos 30.000 hectáreas de viñedo y se arrancarán otras 30.000 más en toda Francia.

COAG considera que los síntomas de agotamiento del sector se suceden año tras año sin que se vislumbre una solución. Las causas que están en la raíz de esta depresión que se repite cada campaña no se resuelven. El consumo cae, el consumidor se desplaza hacia otras opciones con menor graduación alcohólica y los estudios médicos no paran de aconsejar, no ya el clásico consumo moderado, sino cero alcohol. Y para remate, el sector hostelero se ha enfrascado en una escalada de precios que, según los expertos, espanta al consumidor. Y a este panorama añadamos la subida de costes de producción, las incertidumbres climáticas, las amenazas de los aranceles. Producir uva y vino así es una heroicidad.

COAG anticipa que todo un sector que genera 20.300 millones de euros de valor añadido, que aporta el 1,9 por ciento del PIB nacional, que se extiende por casi un millón de hectáreas agrarias en España y que emplea a 360.000 personas cada año, puede irse al traste si no se toman las medidas necesarias. Es por tanto hora de que todos los organismos implicados en el proceso productivo del vino se activen en pro de un sector amenazado por el cambio de los tiempos.

Exacto: los nuevos tiempos traen nuevas maneras de acercarse a los alimentos. En España, según el portal de estadísticas Statista, el consumo de vino era en 2013 de 9,23 litros per cápita. La cifra ha ido cayendo paulatinamente, cada año, con un repunte espectacular durante el confinamiento por la COVID y una vuelta a la normalidad, o sea al descenso tras el confinamiento, hasta llegar a los actuales 6,9 litros por persona y año. Y sigue bajando.

En la exportación, según los datos manejados por el Observatorio Español de los Mercados del Vino, las ventas en el último año descendieron un 9% hasta menos de 21 millones de hectolitros. Un estudio de la Organización de la Viña y el Vino (OIV) cifra en un 10 por ciento la caída del consumo mundial de vino en 2023. El guarismo es el más pronunciado en los últimos 30 años.

El consumidor que se integra hoy a la cadena enológica prefiere vinos blancos mejor que tintos, frescos mejor que clásicos y con la menor graduación posible. El alcohol ya no es un producto trending. Los hábitos de los consumidores, o al menos las tendencias, comienzan a decantarse por lo sano (lo healthy): vegetales frente a carnes, frescos frente a elaborados, sanos frente a excesivamente grasos, salados o azucarados. En esta nueva receta, el alcohol no entra.

El consumidor de vino tinto en España es mayor de 50 años y no hay relevo. Cuando este deje de beber vino, y no tardará en hacerlo porque todos los organismos médicos están empeñados en convencerlo, será el fin del sector. Dicen los expertos, no sin sarcasmo, que cada vez que un consumidor de vino de más de cincuenta años, aunque sea consumidor moderado, va al médico, sale un abstemio.

Ninguna de las pirámides nutricionales recomendadas por endocrinos o expertos en nutrición incluye el alcohol. Además, la recurrente copa de vino diaria recomendada por los cardiólogos por sus beneficios coronarios ya ha sido descartada por todos los organismos de referencia sanitaria. La Organización Mundial de la Salud no para de advertir sobre las graves consecuencias para la salud que tiene la ingesta de alcohol incluso en dosis moderadas. Este organismo, además, trabaja para poner en marcha cuanto antes mecanismos de desincentivación del alcohol como subir los impuestos o dificultar su disponibilidad.