Responsable del sector remolachero de COAG nacional entre 2002 y 2020, su contribución resultó clave en beneficio de los productores de remolacha, plasmándose en acuerdos marco interprofesionales, ayudas asociadas y agroambientales para el cultivo, o sentencias que obligaron a la Consejería y a la empresa a pagar lo que estaba comprometido. Natural de Villabuena del Puente, residía en La Bóveda de Toro (Zamora) y tenía 66 años. Sin él no puede entenderse el sector remolachero español de los últimos treinta años
Valladolid, 14 de abril de 2021. Si esta elegía la firmase Bertolt Brecht diríamos que se nos ha ido uno de los imprescindibles. Y si Miguel Hernández, que se nos ha muerto como el rayo. Así, tan repentinamente y tan demasiado pronto, esta madrugada del 14 de abril, hemos perdido a Fernando García.
Fernando García, responsable nacional del sector remolachero de COAG entre 2002 y 2020, ha sido mucho más que un gran profesional. Siempre comprometido con su sector, se convirtió en referente indiscutible del sector de la remolacha por su defensa de los productores frente a la industria azucarera. Sin él no puede entenderse el sector remolachero español de los últimos treinta años. Una lucha constante que sostuvo a todos los niveles, desde su trabajo en el laboratorio de la azucarera de Toro hasta las mesas de negociación, donde su contribución siempre resultó clave en beneficio de los remolacheros, plasmándose en acuerdos marco interprofesionales, ayudas asociadas y agroambientales para la remolacha, o sentencias que obligaron a la Consejería y a la empresa a pagar lo que estaba comprometido.
Fernando, o Fernan que es como todos lo conocíamos, era un agricultor comprometido con su tierra y con la Tierra desde siempre. De 66 años, estaba casado y tenía tres hijos y tres nietos. Trabajó en la agricultura desde que acabó los estudios en Villabuena del Puente, su localidad natal. Tras casarse, vivía en La Bóveda de Toro. En su explotación de regadío y secano cultivaba cereal, patata, maíz y remolacha. Claro reflejo del vínculo que este agricultor profesional demostraba por su tierra era el orgullo que sentía por haber dado el relevo a su hijo al frente de su explotación en la comarca de la Guareña zamorana a la que ha dedicado toda su vida.
Consciente de las dificultades que vive la agricultura, Fernando se sintió siempre como un privilegiado por tener la posibilidad de poder hacer de su máxima pasión también su modo de sustento. Como agricultor, destacó por su gran profesionalidad. Especialmente en el cultivo de la remolacha, donde es conocido a nivel nacional por haber logrado y mantenido durante las últimas décadas las máximas cotas de productividad por hectárea.
Hombre de familia, buen amigo y mejor persona. Fernan atesoraba esos valores que hacen grandes a las organizaciones mientras ellos permanecen en segundo plano. Un compañero imprescindible. Su huella ha quedado para siempre en el corazón de todos los que hemos tenido la suerte de caminar algún tramo de nuestra vida junto a él. Por eso Fernan siempre permanecerá con nosotros. Descansa en paz, amigo.