
“La agricultura y la ganadería van a ser cada vez más necesarias”
– “Valladolid sigue mirando al agricultor y sigue mirando al ganadero”
– “El vino es una seña de identidad de Valladolid. De la provincia y de la ciudad. Somos vino porque somos agua y somos agua gracias al Duero”
– “Con la gente del campo, tan magnífica yo me he relacionado estupendamente y he tenido una sintonía total”.
– “Valladolid no se puede entender sin su ruralidad”.
– “Yo siempre digo que nosotros estamos llenos de llaneza porque somos llanura y somos llanura porque somos llaneza”.
– “La agricultura y la ganadería van a estar cada vez más en boga y van a estar cada vez más de moda y van a ser cada vez más necesarias”
Pregunta: El galardón de la Seminci es una espiga, muchas instituciones señeras de Valladolid (“El Norte de Castilla”, por ejemplo) fueron creadas por agricultores, la burguesía harinera impulsó una transformación económica de la ciudad… ¿Qué debe esta ciudad al campo?
Respuesta: Todo. Le debe todo. Valladolid es una ciudad que, como otras muchas ciudades, hunde sus raíces en el campo y en el mundo rural, pero a diferencia de otras ciudades, Valladolid lo sigue haciendo. Valladolid sigue mirando al agricultor y sigue mirando al ganadero. Un ejemplo: Valladolid es capital mundial de la tapa y el pincho; ahora esto es moda, es promoción, pero todo empezó con un agricultor y un ganadero produciendo los mejores alimentos posibles y una industria agroalimentaria procesándolos. Valladolid sigue muy enraizada en la ruralidad; ha tenido otras muchas evoluciones pero sin lugar a dudas sigue siendo una ciudad muy unida al campo. Otro dato: fíjese en la cooperativa Acor, en el mundo de la remolacha azucarera en el que también está Valladolid. Acor es una de las tres cooperativas más importantes de Castilla y León; una de las seis cooperativas más importantes de España y una de las industrias más importantes de Valladolid. Tiene 4000 socios de toda la comunidad que incluso trasciende a la propia comunidad, de los que 1.700 están en la provincia de Valladolid y más de 700 viven en la ciudad de Valladolid. Con eso está dicho todo .
P:Uno de los reclamos turísticos de Valladolid es la enología en tanto que valor sociocultural de la ciudad. Sin embargo, el vino se tambalea: el consumo ha caído a niveles de 1961, los viticultores piden financiar arranques de cepas, Trump siembra el pánico en el sector con los aranceles, los médicos lo desaconsejan y las nuevas generaciones apuestan por lo healthy frente al alcohol. ¿Cree que el vino podrá resarcirse de tanta hostilidad? ¿Concibe un Valladolid sin una presencia vinícola preponderante?
R:No concibo un Valladolid sin una preponderancia vinícola. El vino es una seña de identidad de Valladolid. De la provincia y de la ciudad. Yo siempre digo que somos vino porque somos agua y somos agua gracias al Duero y a su cuenca hidrográfica; gracias a nuestro Pisuerga, a nuestro Esgueva. Por eso somos vino y atesoramos cinco denominaciones de origen en la provincia a las que yo auguro un futuro espectacular. Tanto a nuestros viticultores como a nuestros vinicultores porque se está produciendo y se está elaborando con mucha calidad. Un maestro del vino, Luis Sanz, de Dehesa de los Canónigos, dice que antes uvas que cubas, o sea, reconoce el valor del agricultor en la elaboración del vino. Porque nuestros agricultores están cuidando muy bien el “terroir’. Pero sí, el vino tiene sus problemas, pero yo creo que la calidad del vino vallisoletano va a poder con ellos. Una cuestión importante es que los jóvenes asimilen el vino como una cultura. Siempre desde la moderación. Porque el vino no es solo un producto nutritivo, es una manera de comunicarse una manera de relacionarse socialmente. Es uno de los principales vectores de relación social más importante y ahí tienen una gran apuesta los vinos de calidad: pensemos que en España, una de cada cuatro botellas de vinos de calidad que se abren es de Castilla y León y ahí Valladolid, como todos sabemos tiene muchísimo que decir. Estamos tan orgullosos con el vino desde la ciudad, que tenemos el gran proyecto de hacer un Centro de Interpretación del Vino en el antIguo convento de las Catalinas para que allí tengan encuentro las denominaciones de origen, las rutas del vino, las bodegas, y todo aquel que quiera saber y familiarizarse con lo que es el vino.
P:¿Qué sensaciones le quedan de sus años al frente de la Consejería de Agricultura y Ganadería? ¿Le queda muy vivo todavía el recuerdo del tiempo que pasó en el hospital con la Covid mientras fue consejero?
R: Usted mismo, al entrar a este despacho de la alcaldía, ha reparado en ese San Isidro Labrador que me regalaron las monjas dominicas pintado a mano en un mosaico. Mire, yo soy nieto de agricultores. Todas las mañanas, cuando me levantaba e iba a la Consejería me acordaba de mis abuelos y de cuánto habían sufrido en el campo y de cuánto sufren los agricultores y los ganaderos todavía hoy. Es a lo que voy. Para mí era una manera de unirme más, si cabe, a ellos a mis abuelos. Por tanto, los recuerdos siguen siendo espléndidos porque además, con la gente del campo tan magnífica yo me he relacionado estupendamente y he tenido una sintonía total. El COVID claro, nos marcó a todos. A mí me marcó mucho. Recuerdo mucho aquella etapa porque yo a la agricultura y a la administración de la agricultura y la ganadería, a través de la Consejería de Agricultura no puedo sino estarle tremendamente agradecido. De alguna manera me ha servido para homenajear a los míos y devolverle algo de lo que ellos me dieron, que entre otras cosas fue la vida, me dieron la vida, imagínese si es importante.
P: Todas las mañanas, tras el alba, centenares de agricultores salen de la ciudad de Valladolid camino de los pueblos limítrofes donde tienen sus explotaciones agrarias, o sea, camino del alfoz. Y así ha sido desde hace casi diez siglos. ¿Qué consideración le merece esta pequeña travesía diaria que ha conformado esta ciudad desde casi su fundación?
R: Respeto, admiración y agradecimiento. Usted me preguntaba al principio si Valladolid sigue unida al campo: cómo no va a seguir unida al campo si cada día, hay un trasiego (qué palabra más bonita) de agricultores y ganaderos que se trasladan a sus respectivas explotaciones que están en los pueblos. Y un trasiego a la inversa desde los pueblos hacia la ciudad. Valladolid no se puede entender sin su ruralidad. Valladolid tiene tres grandes pilares. El primero es el campo, todo lo que tiene que ver con la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria; otro es nuestra industria por antonomasia, que es la automoción y el tercero es que Valladolid es una ciudad de servicios: las universidades, los servicios centrales de la Junta de Castilla y León, etcétera . Todo eso ahorma una ciudad específica y la presencia de la ruralidad y del agro no se ha perdido. Fíjese por ejemplo en nuestro Miguel Delibes, que también escribe, por supuesto, de la ciudad pero lo hace siempre en conexión con la ruralidad.
P: El trigo ha sido considerado históricamente el principal fruto que ha dado la tierra, o sea, el fruto por antonomasia. Su origen es la voz latina triticum, que significa triturar, pero también frumentum, que significa gozar. El trigo es Valladolid embrionario: su causa. ¿No echa de menos una presencia más museística o más cultural o más celebrada del trigo en la ciudad?
R: Bueno, yo quiero que aquí se haga una reflexión importante y que además cuanto más lo conozcamos mejor: la primera marca de garantía de un pan en España es el “Pan de Valladolid”. Esto significa mucho. Además, tenemos un museo del pan en Mayorga que puso en marcha Ramiro Ruiz Medrano, siendo presidente de la Diputación Provincial de Valladolid que es una delicia y que yo recomiendo a todo el mundo para que se familiarice con elementos tan importantes como el pan, la harina, el trigo , etcétera. En fin, todo lo que le reconozcamos y hagamos en relación al trigo es un reconocimiento que nos hacemos a nosotros mismos. Pero quizás el mejor de los reconocimientos es que la marca de garantía Pan de Valladolid, es decir, el pan de aquí, es la primera marca de garantía de un producto como es el pan de toda España
P: Uno de los posibles orígenes del nombre de Valladolid es «Vallis olivetum», es decir, «Valle de los Olivos». O sea, el campo siempre está detrás de esta ciudad. ¿Cree usted que esa genética cruzada entre el origen rural y la realidad urbana ha conformado una especificidad en el carácter de los pucelanos?
R: Puede ser. Hay un factor que para mí es determinante que es el clima y la orografía. Yo siempre digo que nosotros estamos llenos de llaneza porque somos llanura y somos llanura porque somos llaneza. Es decir, la condición del territorio ha acabado impregnando la condición del ser de la persona y de ahí la manera franca de ser los castellanos. Esa llaneza yo creo que la tenemos a gala la gente de Valladolid. Ese cruce entre ruralidad y mundo urbano cosmopolita y las condiciones climatológicas y orográficas de la ciudad, de alguna manera es lo que nos va cincelando. O sea, siempre tendremos que estar tremendamente agradecidos a los agricultores y a los ganaderos. Y no quiero olvidarme de los ganaderos. Es muy importante eso. Mire, una de las cosas que yo aprendí en la Consejería es que es cierto ese dicho de que Castilla y León es el granero de España, pero fíjese, cuando se analizan los datos, el ranking que ocupamos en los distintos tipos de producciones, llegas a la conclusión de que somos más granja de España que granero de España. Es conocida en todo el pais nuestra preponderancia agrícola pero tiene un peso muy importante la pecuaria: en muchas de las producciones somos los primeros o somos los segundos.
P: Desde la privilegiada atalaya que usted vivió cuando dirigió la consejería de Agricultura, ¿cómo ve el futuro del campo? En este mundo vertiginosamente inconstante ¿qué salida tienen la agricultura y la ganadería?
R: Una circunstancia esencial: comer y beber necesitamos hacerlo todos los días y eso la inteligencia artificial no lo va a poder sustituir. Por tanto, el campo tiene todo el futuro y además cada vez va a tener más futuro, cada vez va a ser más necesario. Esa necesidad fisiológica va a hacer que tenga todavía muchísimo más futuro. Ahora bien, tiene una serie de amenazas. Europa se lo tiene que mirar. Está muy bien todo lo que estamos haciendo en aras de la sostenibilidad medioambiental pero necesariamente tiene que ir acompañada de sostenibilidad económica, es decir, rentabilidad para el agricultor y el ganadero y sostenibilidad social. O sea, gente en los pueblos; porque si no estamos creando una sociedad insostenible desde un punto de vista medioambiental entre lo rural y lo urbano. Creo que la mayor de las preocupaciones que debemos de tener todos los europeos es la necesidad de las cláusulas espejo respecto a los productos de terceros países que entran en Europa: es la clave de bóveda de todo lo que estamos hablando. La agricultura y la ganadería van a estar cada vez más en boga y van a estar cada vez más de moda y van a ser cada vez más necesarias.