Recientemente hemos vivido una de las situaciones más dramáticas en la historia reciente de Castilla y León. Fue en Zamora, en la sierra de la Culebra.
El pasado día 15 de junio, un rayo seco originó uno de los incendios más vastos registrados en España en lo que llevamos de siglo XXI. Casi 31.000 hectáreas fueron calcinadas y el saldo, una gran pérdida medioambiental y ecológica. Pero también, un gran daño a la biodiversidad por la considerable variedad de animales, insectos, aves, etcétera, que tenían como hábitat esos bosques de pinos, robles y castaños centenarios, y que han sido embestidos brutalmente por las llamas.
Intento ponerme en el lugar de los habitantes de la sierra; quienes vivieron directamente el horror del incendio durante los cinco días y sobre todo, las cinco noches, que estuvo activo; y como las sufrieron desde sus pueblos, desde sus casas, desde su sierra.
Por fortuna, no ha habido desgracias humanas; solo un herido y ninguna víctima mortal. Cosa nada menor. Pero estos cinco días de fuego han abrasado muchos sentimientos. Se siente miedo, impotencia, indignación, rabia contenida, al ver como el fuego se lleva todo ese espacio natural protegido de incalculable valor ecológico y paisajístico y que sus habitantes han sentido siempre como propio. Es su sierra.
Estas gentes necesitan, en primer lugar, el apoyo económico de las administraciones para su cabaña ganadera (alimentos, agua, etcétera); por supuesto, no tener penalizaciones en la PAC y la excepción en la ley de montes para volver el próximo año a aprovechar los pastos quemados. Es el compromiso del Gobierno de Castilla y León.
También se tendrán que habilitar ayudas a los negocios turísticos que ya están sufriendo las consecuencias del incendio, por las cancelaciones de las reservas. Habrá que ayudar también a los que recogen miles de kilos de castañas y setas. En definitiva, su riqueza durante algunos años está perdida. Por eso, estas ayudas son urgentes. Pero también necesitan estas gentes que se les trate con respeto; no como a niños a quienes se cuentan cuentos para dormir. Quisieran saber la verdad. Son adultos y se les debe tratar como tal.
Esas primeras horas del incendio fueron fundamentales. Como en todos los incendios. Ellos, los habitantes de la zona, observaron que no había medios suficientes; que de haberlos tenido el fuego se hubiera apagado con seguridad. Y si no se hubiera apagado, al menos con los medios de extinción operativos al cien por cien, nadie pudiera haber dicho nada.
Todos cometemos errores, yo el primero. Pero esa verdad que no se quiere reconocer causa tanta o más indignación que el incendio.
Ahora me pongo en el lugar de los responsables de la gestión, en la Consejería de Medio Ambiente. Castilla y León tiene 9,4 millones de hectáreas de superficie total, de las cuales 5,2 millones de hectáreas son superficie forestal y casi 3,3 millones son superficie arbolada. La mayor superficie forestal de España y la tercera región forestal de Europa. Solo por este ingente patrimonio natural, si yo estuviera en su lugar, haría todos los esfuerzos posibles e imposibles para su cuidado y su conservación. La Consejería de Medio Ambiente debe destinar un presupuesto acorde y suficiente para cuidar con mimo de nuestra masa forestal; sobre todo para prevenirla de los incendios.
Hay que invertir en medios humanos y técnicos; que estén a la altura del siglo XXI, no al nivel del siglo pasado. Hay que tener en cuenta que con el cambio climático, los veranos son cinco semanas más largos que en los años 80 del siglo pasado; y las olas de calor son más frecuentes.
Yo que también cometo errores, no dudaría ni un segundo en tener operativos todos los equipos de extinción, al cien por cien, ante una ola de calor anunciada con mucha antelación y con el terreno seco como un desierto.
Solo cabe pensar que no se haría esto para ahorrar dinero a costa del enorme riesgo que supone un incendio que se lleva por delante 31.000 hectáreas, como este de la sierra de la Culebra.
¿Acaso creen los responsables de Medio Ambiente que los ciudadanos de Castilla y León apoyan este tipo de actuaciones? ¿Se debe ahorrar presupuesto para que se quemen nuestros montes?
Al menos por dignidad, ya que no hay ni ceses ni dimisiones, que pidan disculpas, que pidan perdón. No solo a los habitantes de la sierra de la Culebra, también a todos los castellanos y leoneses.
Pedir disculpas engrandece a quien lo hace. Enrocarse en la mentira te desacredita y te desprestigia.