Aquella tradicional fábula refleja a la perfección la situación actual del mercado de la leche. A veces la ambición nos hace olvidar lo importante. Esta es la moraleja de la famosa fábula, y es lamentablemente lo que llevan años asumiendo los sectores ganaderos de leche: que la ambición ciega de la industria y la distribución, si no han roto el cántaro del todo, está casi roto.
Ahora se encienden las alarmas de la escasez de leche en nuestro país. ¿Qué esperábamos? Unos ganaderos maltratados sistemáticamente con precios ruinosos para su producción de leche. Prueba de ello es el cierre de tantas explotaciones, tanto en vacuno como en ovino y caprino. Que no deja ninguna duda de que la actividad en estas condiciones no es sostenible, vocablo muy de moda actualmente. Utilizado por muchos políticos, ecologistas y animalistas. Pero ninguno de ellos ha movido un dedo en apoyo y ayuda de todos estos ganaderos que están sufriendo las consecuencias de un libre mercado que los humilla. Y de una parte de la sociedad “eco-pija” que los demoniza.
Hace un año por estas fechas recorrimos varias industrias lácteas de Castilla y León junto con los ganaderos de vacuno, ovino y caprino para denunciar lo que estaba pasando. Concretamente en agosto de 2021 nos concentramos en el centro de Valladolid con un reparto de leche, para que, de forma simbólica, los consumidores se concienciaran del problema.
Desde aquellas protestas y a día de hoy, tanto industria como distribuidores se niegan a cumplir la ley. La Ley de la cadena alimentaria. Que está diseñada para proteger en los tres eslabones del proceso productivo.
Pero la ambición y el corto plazo les ha impedido a algunos ver un poquito más allá. Y nos encontramos con los ganaderos que aún quedan, desanimados, sin apenas fuerzas ni ganas de seguir adelante. Puesto que ellos son el cántaro medio roto, no debe ser ni el mercado, ni la ambición quien acabe con todos.
Cierto es que Francia, históricamente, ha introducido en el mercado español leche y productos lácteos principalmente, pero haciéndolo con una parte de su producción excedentaria y compitiendo deslealmente con nuestras leches, porque vienen a bajos precios. Como aquí no hay excedentes, puesto que no producimos la necesaria para el autoconsumo interno. Pues, blanco y en botella. Cuando Francia afloja sus ventas al exterior, o sube sus precios, aquí la industria reacciona y sube precios.
Pero es que Francia, aunque con problemas, tiene social y políticamente un mejor trato para y con los ganaderos, y para todo el sector agrario. Algo que aquí no ocurre.
Los precios de la leche en Francia siempre son superiores a los nuestros. Los consumidores apoyan y compran producción local, aunque el precio sea un poco más alto. Valoran, en definitiva, un sector que genera riqueza, empleo y fija población en el medio rural.
Esto aquí en nuestro país aún no se ha entendido. Estamos corriendo el riesgo de que el cántaro se rompa del todo. Y entonces será Francia quien nos ponga el desayuno, pero no sabremos a qué precio.
Tenemos unos buenos profesionales, una buena cabaña ganadera de excelente selección genética tanto en vacuno como en ovino. Sería una lástima desperdiciar quizá la última oportunidad.
Hay 20.600 ganaderos en España dedicados a la producción de leche. De ellos, 12.500 son de vacuno (61%), 4.800 de caprino (23%) y 3.300 de ovino (16%).
Y las 8.400.000 tm de leche que éstos producen generan en toda la cadena 60.000 empleos directos.
Que no se rompa el cántaro. Por favor.