La guerra de Sebastopol nos arruina

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Por Lorenzo Rivera. Coordinador de COAG Castilla y León

Al contrario de lo que ocurría a mediados del siglo XIX con los conflictos que se vivieron en la península de Crimea con Rusia, que ocasionaban subidas del precio del trigo en Europa y entrañaban importantes ganancias para los cerealistas de la época, hoy este conflicto de Ucrania frente a Rusia nos está generando a todos las cerealistas pérdidas millonarias que no podremos soportar por mucho más tiempo.

Nos dicen desde Europa que somos un sector resiliente, pero ya comienza a ocurrir, que como en todo esfuerzo inútil, acabaremos agotados. Y no será del trabajo y el esfuerzo que nos supone sacar la cosecha adelante; será porque nuestro ministro de Agricultura no es capaz de ver el verdadero problema que venimos sufriendo desde hace ya varias campañas.

El ministro Planas pide tiempo para ver cómo evoluciona todo hasta la cosecha, pero con precios del entorno de los 200 euros por tonelada es imposible cubrir los costes de producción, los cuales han subido desde que estalló la guerra de Ucrania un 40 por ciento. Este dato unido a los bajos precios del cereal conformará la tormenta perfecta que nos lleve por delante igual que cuando graniza y deja todo el campo arrasado.

¿Qué haremos con el 1.800.000 hectáreas dedicadas al cereal en Castilla y León? Va a ser difícil encontrar alternativas para tanto terreno. Máxime cuando prácticamente todo es secano y tampoco ayuda nada el MITECO con su Plan Hidrológico Nacional a la hora de encontrar alternativas que nos permitan una visión a medio y largo plazo, para nuestras explotaciones, que sea más positiva y rentable.

Hablo de dos ministerios, el de Agricultura y el de Transición Ecológica, que están  desconectados de la realidad del campo y del medio rural. Ambos legislan desde Atocha y  desde la Castellana de espaldas al sector agrario.

Luis Planas es un ministro agotado y amortizado que no quiere ni que le molesten ni molestar en Bruselas; se dedica a esperar a ver si el tiempo lo arregla todo. Y la nueva ministra Sara Aagensen, si continúa por la senda de Teresa Ribera, mejor darnos por perdidos.

Sobran razones de peso para exigir en Bruselas medidas urgentes que solucionen esta situación que ya comienza a ser estructural. Si la UE no quiere imponer aranceles a los cereales ucranianos, tendrá que compensar nuestras pérdidas con ayudas. Pero desde luego, si pretenden que, con 20 euros por hectárea, como en 2023, ya está todo arreglado, mejor que no den nada. Cualquier tratamiento fitosanitario para el cereal, cuesta, al menos, 40 euros por hectárea. Nos parece un insulto. Cuando, además, la solución está en regular y contingentar las importaciones para lograr que la producción local vuelva a tener precios rentables. No queremos ayudas, queremos precios justos. ¿No era esta una de las 43 medidas del famoso acuerdo?

Sí, y queremos también cláusulas espejo y controles en los puertos, y presionar a los organismos internacionales para lograr precios dignos, y más y más…

Pero llegó la hora de la verdad y aquí nos han dejado abandonados y expuestos a lo que se llaman libre mercado. A mi me gusta llamarlo especulación y abuso.

Al menos a algunos nos queda dignidad y fortaleza para alzar la voz y denunciar la injusticia que se está cometiendo con los cereales de nuestro país, mientras están dando prioridad al que traen los barcos que, como dice el ministro Planas, “es de muy buena calidad”. ¡Mejor me callo!

La guerra de Sebastopol nos arruina
La guerra de Sebastopol nos arruina