Casi mil años después de su existencia, San Isidro Labrador, patrón de los agricultores, seguro que se volvería de nuevo a su retablo para no ver tantas desgracias en el campo. Sequías, especulación, unas industrias alimentarias que malpagan la leche y la carne, la UE con medidas medioambientales absurdas e imposibles de cumplir para nosotros por nuestra realidad climática.
Desde luego, nada parecido a lo que vivió San Isidro en su época, donde sí que era una realidad el Pacto Verde. Entonces, todo era de la granja a la mesa trabajando para algún terrateniente que le malpagaba, y de sol a sol. Pero el coste de la vida seguro que en su época era bajo, y las ambiciones pequeñas.
Hoy, en pleno siglo XXI, los terratenientes son los especuladores, y los burócratas que legislan sobre el campo son los inquisidores de aquella época.
Estoy seguro de que, ni con su fe, ni rezando, los convencería San Isidro. Hacen falta muchas más cosas que, desgraciadamente, tendrán que pasar, y ya están pasando, para que reaccionen y den un giro de ciento ochenta grados en políticas agrarias.
La sequía de este año no debe ser solo una excusa para otorgar flexibilidad en la condicionalidad de esta PAC, sino que debería hacer reflexionar a los burócratas para tomar otro camino de cara al futuro del sector agrícola en la UE.
Un sector, envejecido y desanimado, cansado de que personas que desconocen el sector opinen sobre lo que se debe o no hacer. Será que la Inteligencia Artificial nos proporcionará los alimentos en el futuro, porque hombres y mujeres en el campo, habrá cada vez menos.
Esta sequía estructural se arregla con medidas estructurales y no con parches para el corto plazo.
Es necesario un Plan Hidrológico nacional acorde a las necesidades de nuestro país, teniendo en cuenta todos los factores climáticos adversos que tenemos, pero también, a los actores que trabajan día a día la tierra y no solo la flora y la fauna. Que también hay que tener en cuenta.
Y como todo tiene que ser sostenible, el campo y la actividad agraria también, por supuesto. Pero la viabilidad económica de muchas explotaciones está en peligro no solo por la sequía, sino también, por las decisiones cargadas de ideologías ecologistas y animalistas que sí tienen tiempo de participar en las encuestas para el Parlamento Europeo.
Esperemos que San Isidro ilumine a nuestros políticos y que nuestro consejero de Agricultura esté a la altura de la situación que tomemos, que complemente las medidas del Ministerio de Agricultura cuando hoy, tenemos la cosecha más corta del siglo y la sementera más cara de la historia.