Acabamos de comenzar el año hidrológico, el año meteorológico y también el año agrícola. Y comienza muy mal en los tres casos. Sequía hidrológica, meteorológica y, por tanto, un muy mal año de cosechas en la agricultura. Cargamos en nuestras espaldas, al inicio de este año agrario, una rémora que lastra nuestra costosa sementera.
Mientras, nuestros políticos, bajando impuestos, a ver quién los tiene más grandes. Se nota que se avecina un año electoral.
Nos enfrentamos, de momento, sin ayudas a una complicada sementera. Pero miedo no tenemos. En este sector precisamente estamos bien provistos de valientes. De situaciones peores hemos salido. Pero he de reconocer que no hemos conocido jamás ninguna situación como la actual.
Por eso pedimos, alto y claro, ayudas directas para el secano y también para el regadío. No queremos ser más, ni tampoco menos, que otros sectores. 20.000 millones de euros en ERTE se han distribuido ya en España, además de ayudas directas por los cierres de empresas, Seguridad Social, etcétera. Estas son ayudas directas.
En el sector agrario no podemos acogernos a un ERTE. Nuestras granjas no pueden parar. La sementera hay que hacerla. En pésimas condiciones, pero la tenemos que hacer. Sin embargo, para nuestro sector se han distribuido poco más de 363 millones de euros en todo el país en ayudas a los ganaderos.
Llama poderosamente la atención la gran especulación, que no para ni en pandemia, ni en guerra. Los oligopolios no tienen escrúpulos, nos están chupando la sangre a los agricultores y ganaderos, pero también a los consumidores.
Dice el refrán que “quien mal empieza, mal acaba”. Empezamos muy mal esta sementera. Ojalá que el refrán no se cumpla y tengamos lluvias abundantes que llenen nuestros pantanos y rieguen nuestros campos.
De momento, si queremos producir tendremos que abonar y sembrar. Y abonar todo el campo de Castilla y León supone 1,1 millones de toneladas que al precio actual serán más de 900 millones de euros. Toda la ayuda PAC que llega a Castilla y León se la llevarán los fertilizantes.
Pero, además de abono, hay que sumar semillas, gasóleo, fitosanitarios, arrendamientos, etcétera. Todo esto unido al lastre que traemos a la espalda nos sitúa en serio peligro.
Pero el mayor peligro si cabe es la nueva PAC. Injusta e inútil. Que multiplica nuestro trabajo haciéndolo más complejo para cumplir con la condicionalidad y Eco regímenes.
Y esta PAC es anacrónica pues se diseñó hace cinco años. Sin pandemia y sin guerra. Y lo peor de todo, por sectores ecologistas y animalistas, en auge entonces, que reflejaron sus postulados en ella.
El problema es que siete años después, ni los verdes de Alemania, ni de Holanda, ni de Bélgica, ni de Dinamarca aparecen ahora para ofrecer soluciones a las fuertes subidas de los alimentos. Ni tampoco para decir qué hacer si estos alimentos escasean en la UE.
Confío más en nuestra propia sabiduría como agricultores, fruto de nuestra experiencia, que en todos y cada uno de estos grupos que ahora callan asustados porque no tienen gas este invierno.
Ojalá aprendan la lección en la Europa rica del norte.